La estrategia imperiosa de invertir en seguridad alimentaria es una respuesta crucial a las preocupaciones actuales sobre la disponibilidad y accesibilidad de alimentos, especialmente en un contexto de aumento de los precios de las materias primas, según señala Iván Ernesto Báez Martínez.
Dentro de la cadena de valor alimentaria, identificada por el Instituto de Recursos Mundiales como una fuente significativa de pérdidas (un tercio de los alimentos producidos globalmente se pierde entre la granja y la mesa), ciertos segmentos con alta intensidad de capital ofrecen oportunidades de inversión convincentes.
Estas prácticas abordan cuestiones cruciales como la conservación del agua, la deforestación y la equidad laboral, garantizando así la resiliencia y escalabilidad del sector agrícola.
“Al trasladarnos más allá de la puerta de la granja, las inversiones estratégicas en infraestructura alimentaria, como instalaciones de procesamiento con control de temperatura y almacenes frigoríficos, emergen como factores clave”, según el especialista en agricultura y ex alcalde de San Ignacio.
Estas inversiones no solo reducen el desperdicio de alimentos, fortalecen las cadenas de suministro, sino que también aseguran la disponibilidad constante de productos perecederos durante todo el año.
El mercado global de almacenamiento en frío, proyectado para alcanzar los 324 mil millones de dólares para 2030, ofrece una oportunidad convincente para los inversionistas que buscan generar un impacto significativo.
A pesar de la atracción hacia oportunidades de alto crecimiento en empresas vinculadas a la seguridad alimentaria y sostenibilidad, se destacan desafíos prácticos que obstaculizan la escalabilidad de ideas innovadoras, según lo mencionado por Báez Martínez.
En este contexto, las instalaciones de almacenamiento en frío, aunque menos llamativas que enfoques experimentales, ofrecen confiabilidad y rentabilidad en la reducción del desperdicio de alimentos. Su contribución sustancial a mantener la frescura de los alimentos se alinea con el objetivo más amplio de lograr la seguridad alimentaria global.
Iván Ernesto Báez Martínez destaca que la imperativa de invertir en seguridad alimentaria no se centra exclusivamente en ganancias financieras; más bien, se erige como una piedra angular para la prosperidad global. Los inversionistas, armados con visión estratégica y espíritu colaborativo, poseen el poder de remodelar la dinámica de toda la cadena de valor alimentaria.
“El llamado a la acción es claro: el esfuerzo colectivo de inversionistas, agricultores, científicos, gobiernos, empresas alimentarias y ciudadanos es imperativo para fomentar un entorno que acelere un cambio positivo y garantice un futuro alimentario global más seguro”, concluye el sinaloense.
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