La tasa de desempleo juvenil en China supera el 14%, de acuerdo con cifras oficiales. Esta situación ha impulsado la aparición de oficinas ficticias en ciudades como Shenzhen, Shanghái y Dongguan, donde jóvenes desempleados pagan entre 30 y 50 yuanes diarios para “simular” un empleo.
Estos espacios, equipados con computadoras, internet y áreas comunes, ofrecen un ambiente laboral que permite realizar búsquedas de trabajo o iniciar proyectos personales.
Shui Zhou, de 30 años, asiste a una de estas oficinas en Dongguan tras el fracaso de su negocio de alimentos en 2024. “Es como trabajar en grupo”, afirma, destacando que la rutina y la interacción social han mejorado su ánimo.
Motivaciones y usos de este modelo
Algunos usuarios, como la joven Xiaowen Tang, recurren a estos espacios para cumplir requisitos académicos, enviando fotografías que acrediten prácticas profesionales y así obtener su diploma. Otros buscan aliviar la presión familiar o preservar una sensación de dignidad, según comenta el fundador de una de estas empresas, quien señala que 40% de los clientes son recién graduados.
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Expertos como Christian Yao, de la Universidad Victoria en Nueva Zelanda, consideran que estas oficinas representan soluciones transitorias frente a la desconexión entre la educación y el mercado laboral. Además de jóvenes en búsqueda activa, acuden freelancers y escritores digitales.
Aunque algunos propietarios ven el concepto como un experimento social, reconocen que la viabilidad financiera es incierta. Para Zhou, el tiempo invertido en mejorar sus habilidades en inteligencia artificial es una inversión que podría facilitarle acceder a un empleo formal en el futuro.
