Cuando miles de residentes salieron a las calles de Ciudad de México en julio coreando “¡Gringo, vete a casa!”, los titulares de las noticias no tardaron en culpar a los nómadas digitales y a los migrantes estadounidenses por la crisis de gentrificación de la capital.
La historia parecía simple: teletrabajadores expertos en tecnología se mudan, los alquileres suben y los locales se ven obligados a abandonar sus hogares debido a los precios.
Pero esa no es la historia completa. Si bien la migración digital ha acelerado innegablemente la presión sobre la vivienda en América Latina, las fuerzas que impulsan el resentimiento hacia la gentrificación allí son mucho más profundas. Las recientes protestas son síntomas de varios problemas estructurales que desde hace tiempo han determinado la desigualdad en las ciudades de la región.
Mucho antes de que las visas para nómadas digitales se convirtieran en palabras de moda tras la pandemia, las ciudades de América Latina estaban cambiando a gran velocidad. En 1950, alrededor del 40% de la población de la región era urbana. Esta cifra había aumentado al 70% en 1990.
Fuente: https://emprendedor.com









