La innovación no florece en tierra estéril. Necesita entornos donde la diversidad de pensamiento sea una fuente de soluciones y no un obstáculo al cambio. Por eso, el dato más reciente del informe de McKinsey México resuena con urgencia: 82% de las mujeres que trabajan en tecnología creen que aumentar el número de lideresas mejoraría la cultura organizacional en sus empresas.
En un sector que exige respuestas ágiles, creatividad constante y visión estratégica, el liderazgo femenino no es una cuota, sino una ventaja competitiva. Sin embargo, solo 16% de los cargos directivos en tecnología están ocupados por mujeres en el país. No se trata de una falta de talento, sino de espacios que aún no se adaptan a sus perspectivas ni a sus formas de liderar.
Diversidad que impulsa innovación
Cuando hay mujeres tomando decisiones, las empresas no solo son más inclusivas: son también más rentables. La correlación entre liderazgo femenino y crecimiento financiero ha sido ampliamente documentada. Pero lo más relevante es cómo estas lideresas transforman los entornos: promueven comunicación horizontal, mayor colaboración y culturas centradas en el bienestar, elementos clave para retener talento y reducir rotación.
Por otro lado, las mujeres en puestos de poder abren el camino para nuevas generaciones. Inspiran, rompen barreras y amplían lo posible. En tecnología, donde los modelos de rol son escasos, su presencia se convierte en una declaración cultural.









