La economía alemana atraviesa un momento de leves señales de recuperación, aunque el escepticismo empresarial sigue siendo el tono dominante. En octubre, el barómetro de confianza del instituto ifo aumentó a 88.4 puntos, desde los 87.7 registrados en septiembre, superando las previsiones de los analistas de Bloomberg, que esperaban solo 88. Este repunte, aunque modesto, evidencia un cambio de ánimo entre las empresas alemanas frente al difícil entorno económico.
El contraste se encuentra en la dualidad de percepciones: mientras las expectativas a futuro muestran un ligero optimismo, la evaluación de las condiciones actuales continúa en descenso. Como apuntó Jens-Oliver Niklasch, economista del banco LBBW, “no es fácil confiar en una recuperación; la idea de que solo se puede mejorar cuando la economía está tan deteriorada no resulta convincente”.
El reto del “otoño de reformas” de Merz
El canciller Friedrich Merz enfrenta una tarea compleja. A pesar de haber prometido un “otoño de reformas” y un gasto público impulsado por deuda, centrado en defensa e infraestructura, las empresas aún no perciben un cambio tangible. Una encuesta de la Federación Alemana de Pequeñas y Medianas Empresas (BVMW) reveló que más del 8 % de los participantes no espera mejoras concretas derivadas de los anuncios del gobierno.
El entorno internacional tampoco ayuda. Las tensiones comerciales con Estados Unidos y China continúan afectando la competitividad industrial, en especial a los sectores automotriz y tecnológico. Por otro lado, los efectos positivos del gasto público se diluyen ante la lentitud de las reformas estructurales.
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Alemania, aún considerada el motor económico de Europa, espera los datos oficiales de su PIB del tercer trimestre, que la oficina estadística Destatis publicará esta semana. Las proyecciones anticipan un crecimiento marginal, lo que refuerza la idea de que 2026 podría ser un año complejo para la economía germana.
