Google no vende tus datos. Los intercambia por tu atención. Esa es la tesis que Roger Dingledine, cofundador del Proyecto Tor, expuso recientemente en Buenos Aires, durante su visita a la Ekoparty 2025. En Argentina, Dingledine dejó clara una idea disruptiva que resuena más allá del mundo tecnológico: la privacidad no es un lujo, es una necesidad.
En un mundo corporativo donde los modelos de negocio giran en torno a la recopilación de datos, Dingledine confronta la narrativa dominante con una propuesta ética y radicalmente diferente. El navegador Tor, que permite a millones de personas mantener el anonimato en línea, se construyó con fondos públicos y sin fines de lucro. A diferencia de Google, que ofrece servicios gratuitos financiados por publicidad basada en perfiles de usuario, Tor plantea que es posible innovar sin espiar.
Innovación con principios: el otro modelo de negocio
En Argentina, donde la alfabetización digital y el acceso a internet superan el 90%, la conversación sobre privacidad cobra especial relevancia. Dingledine advirtió que la mayoría de las empresas dependen del rastreo constante del comportamiento en línea para monetizar sus productos. La diferencia, explicó, no está en los datos que se recogen, sino en lo que se hace con ellos.
Además, subrayó que la innovación real no debería comprometer la dignidad de los usuarios. De ahí que su propuesta invite a emprendedores, tecnólogos y líderes de negocios a repensar sus estrategias desde una ética centrada en el bien común.
En 2025, Tor opera con más de 7 millones de usuarios diarios en el mundo, sin explotar su información. Una muestra concreta de que es posible construir tecnología de impacto global sin traicionar la confianza de las personas.
No te pierdas: Bienestar laboral: el seguro de salud corporativo









