Cambiar la lógica de trabajo en México no es solo un asunto legislativo, también es una puerta abierta a transformar el modelo productivo de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), que representan más del 99% de las unidades económicas del país.
La propuesta de reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales ha encendido el debate en el ecosistema empresarial, sobre todo entre quienes hoy enfrentan márgenes estrechos y estructuras operativas limitadas.
El 70% de las mipymes podrían tener afectaciones si no se preparan adecuadamente para esta transición. Sin embargo, pensar únicamente en costos es quedarse en la superficie. La experiencia internacional ha demostrado que una reducción bien implementada puede generar incrementos en la productividad, mejoras en el clima laboral y disminución del ausentismo. Lo que hace falta es visión estratégica para rediseñar procesos, integrar tecnología y formar equipos más autónomos.
Adaptarse al cambio laboral requiere innovación, no improvisación
Para muchos negocios, ajustar turnos, contratar más personal o replantear esquemas híbridos será inevitable. Pero más allá del cumplimiento legal, el verdadero diferencial estará en quienes aprovechen esta coyuntura para reinventarse. Empresas con buena cultura organizacional, liderazgo claro y procesos digitalizados tendrán una ventaja competitiva real.
Además, el acompañamiento de cámaras empresariales y programas públicos será clave para las mipymes. La Secretaría del Trabajo ya alista medidas para mitigar impactos, pero la implementación dependerá de la voluntad colectiva de empresarios y legisladores.
En octubre de 2025, la Comisión de Puntos Constitucionales del Congreso confirmó que la reforma a la jornada laboral sigue activa y podría discutirse en el próximo periodo legislativo. De aprobarse, el cambio se hará de forma progresiva. La clave está en anticiparse.
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