Una cultura organizacional sana no se construye con slogans, sino con acciones. En México, el acoso laboral y escolar tipificado ya como terrorismo psicológico daña silenciosamente a miles de personas cada día. Este fenómeno, impulsado por dinámicas de poder normalizadas, pone en riesgo la salud mental, frena el desempeño y contamina entornos donde la colaboración debería florecer. La violencia no siempre es física: comienza con la exclusión sistemática, la descalificación constante y el abuso de jerarquías.
En las escuelas y empresas mexicanas, los ambientes tóxicos han dejado de ser una anécdota aislada. De acuerdo con la Ley General de Educación, desde 2023 se reconoce el acoso escolar como un factor que atenta contra los derechos humanos y la igualdad de oportunidades.
El costo del silencio en las organizaciones
En el ámbito laboral, la NOM-035 obliga a identificar y prevenir riesgos psicosociales, sin embargo, muchas instituciones aún carecen de mecanismos efectivos para actuar. Esto no solo afecta el bienestar del individuo, también repercute en la productividad, la rotación de personal y la reputación de marca empleadora.
El entorno organizacional tiene el poder de transformar realidades. Empresas innovadoras están comenzando a implementar estrategias integrales de bienestar emocional, liderazgo empático y estructuras horizontales para reducir prácticas autoritarias. Estas acciones no se limitan a recursos humanos: forman parte de una visión de negocios sostenible y competitiva.
Actualmente, más del 40% de los trabajadores mexicanos reportan haber sufrido acoso, según cifras de octubre de 2025 del Instituto Nacional de Salud Pública.









