Reactivar operaciones donde nacen las raíces de una marca histórica no es solo una decisión operativa. Es un acto simbólico de confianza en la comunidad, el talento local y el poder de la resiliencia empresarial. Eso es lo que representa la reapertura de la fábrica La Rojeña, de José Cuervo, en Tequila, Jalisco, tras una breve pero estratégica pausa.
La planta, considerada la más antigua de América Latina en producción de tequila, detuvo actividades por cinco semanas a partir de octubre de 2025. Esta suspensión temporal obedeció a una adecuación en los inventarios ante la desaceleración en el consumo global de tequila.
A pesar del freno, Grupo Cuervo mantuvo a toda su plantilla activa, enviando a sus colaboradores a labores comunitarias como limpieza de espacios públicos y participación en talleres culturales.
Un modelo de cultura empresarial que pone el ejemplo
La reapertura no solo marca el regreso a la normalidad operativa. También revela un enfoque renovado hacia la gestión del talento, la sostenibilidad del negocio y la relación con la comunidad. En lugar de despidos o recortes, la compañía apostó por el compromiso social, generando un modelo de respuesta que podría inspirar a otras empresas ante desafíos similares.
Además, esta pausa mostró cómo las decisiones estratégicas pueden ir más allá del margen financiero. La gestión de inventarios se alineó con la necesidad de conservar la calidad del producto, proteger la tierra agavera y mantener la estabilidad de la cadena de valor.
Según datos del Consejo Regulador del Tequila, la producción nacional ha mostrado signos de ajuste tras un crecimiento acelerado durante la primera mitad de la década.
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