Tabasco no logra eludir la convulsión política que ha detonado la fuga de Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad Pública durante el mandato de Adán Augusto López Hernández. Este episodio ha agitado no solo las aguas locales, sino también las corrientes nacionales, justo cuando el actual presidente del Senado busca consolidar su influencia en Morena rumbo al 2030.
El efecto Bermúdez: una bomba política de tiempo
Las recientes filtraciones que vinculan a Bermúdez con “La Barredora”, una célula ligada al Cártel de Jalisco Nueva Generación, han puesto al descubierto una red de complicidades que se tejió durante años en las esferas del poder tabasqueño. Este escándalo ha ganado relevancia internacional, especialmente porque el CJNG ha sido clasificado como grupo terrorista por el Gobierno de Estados Unidos.
Ramiro López Obrador y los hilos del poder
Uno de los elementos que más controversia ha generado es la presunta cercanía entre Hernán Bermúdez y Ramiro López Obrador, hermano del presidente Andrés Manuel López Obrador y actual secretario de Gobierno en la administración de Javier May. Esta cercanía, según fuentes del Senado, fue clave para el ascenso del hoy prófugo
Adán Augusto, acorralado en plena construcción de su proyecto presidencial
Este contexto coloca a Adán Augusto en una posición frágil. Su cercanía con varios personajes involucrados directamente en el caso Bermúdez lo ha convertido en un activo riesgoso para la política exterior mexicana, especialmente ante Washington.
Sin embargo, en un momento donde la estrategia de Morena se define para los próximos años, Tabasco no logra eludir la convulsión política que amenaza con fracturar alianzas internas y exponer tensiones internacionales.
