El repunte histórico del producto interno bruto (PIB) de Estados Unidos tiene mucho que agradecer al vigoroso apoyo monetario, fiscal y administrativo que ha ofrecido el gobierno federal. Así como a la flexibilización de las restrictivas medidas de confinamiento y a la insistencia con la que se ha abogado por retirar las medidas de distanciamiento social, de acuerdo con un análisis de BBVA.
A pesar de lo anterior, el PIB sigue siendo un 2,2% inferior al que se alcanzó antes del pico de la pandemia. Cabe añadir que los datos positivos en los que se basa el informe son un resultado bastante directo de las situaciones derivadas de la pandemia, como el teletrabajo o la «nueva normalidad», así como de los cambios en los inventarios y del aumento de la demanda de propiedades residenciales y vehículos, que probablemente perderán fuelle en los trimestres venideros.
Además, el incremento de los focos de COVID-19 y la probabilidad de que la tempestad azote con más fuerza al sector servicios señalan la posibilidad de que el crecimiento se ralentice notablemente en el 4T20.
Por otra parte, el estímulo fiscal sin precedentes y la demanda acumulada han sumado 300.000 millones de USD en cifras anuales al gasto en bienes duraderos, que han registrado un volumen total de 2 billones de USD, un dato que supera en casi 215.000 millones de USD al anotado antes del pico de la pandemia.
A pesar de la elevada incertidumbre relacionada con las medidas gubernamentales, la economía y la pandemia, tanto a nivel interno como internacional, la inversión ha repuntado con fuerza gracias a la intensificación de la demanda de productos relacionados con el COVID-19.
Aunque prosiguen las negociaciones relativas al lanzamiento de un cuarto paquete de estímulo, ya se han desvanecido los efectos beneficiosos a nivel de ingresos y de ahorro a cuenta de las rondas anteriores, y los indicadores en tiempo real apuntan a que la actividad económica se ha estancado.
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