Empresas que nacieron en una cochera
En el sur de California, una cochera sin aislamiento térmico fue el primer cuartel de Disney. Ahí, en 1923, Walt y Roy Disney trazaron los cimientos del estudio más influyente en la historia del entretenimiento. Le siguieron Hewlett-Packard, Amazon, Google y Apple, que nacieron en cocheras sin ventanas, pero con una visión clara: crear algo que el mundo aún no había imaginado.
Estados Unidos ha sido terreno fértil para este tipo de inicios. Aunque cada empresa siguió caminos distintos, todas compartieron una fórmula silenciosa pero poderosa: empezar pequeño, pensar en grande y moverse rápido. Esa mentalidad no responde al azar, sino a una cultura que convierte lo ordinario en posibilidad.
El espacio físico no limita las ideas, pero sí define el espíritu con el que se trabaja. En esos primeros metros cuadrados, los fundadores lo hacían todo: programar, ensamblar, vender, entregar. La cochera operaba como un laboratorio caótico de decisiones críticas. Fue en una como Jeff Bezos embaló los primeros libros de Amazon, o donde Steve Jobs y Steve Wozniak soldaron las primeras computadoras Apple.
Este tipo de inicios no son nostalgia romántica: son recordatorios de que la innovación requiere más voluntad que recursos. De hecho, las cocheras se han convertido en símbolo de una ética empresarial basada en la perseverancia, el aprendizaje constante y la resiliencia como norma.
Hoy, compañías que lideran los sectores globales aún conservan esas primeras cocheras como santuarios de su origen. Es una forma de recordar que la grandeza no comienza con edificios imponentes, sino con decisiones valientes y una mesa de trabajo improvisada.
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