Más de 7.3 millones de trabajadores en México laboran más de 40 horas semanales, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. Este grupo, en gran parte concentrado en micro, pequeñas y medianas empresas, podría enfrentar ajustes significativos si la reducción de la jornada laboral a 40 horas entra en vigor de manera inmediata.
COPARMEX ha advertido que un 53 % de las empresas consultadas prevé impactos directos en su rentabilidad. Los mayores costos por contratación de personal adicional, pago de cargas sociales y reorganización de turnos amenazan con deteriorar la estabilidad financiera de un sector que sostiene el 65 % de los empleos formales en el país.
Productividad bajo presión
Los empresarios señalan que una transición acelerada podría provocar retrasos en entregas, pérdida de clientes y reducción de la productividad. La medida, en su diseño actual, no incorpora un plan gradual que permita a los negocios adaptarse sin sacrificar competitividad.
Te puede resultar útil este contenido: Startups españolas con impacto social y ambiental conquistan el mercado empresarial
Propuesta de gradualidad
La experiencia internacional refuerza la necesidad de un esquema ordenado. Chile, por ejemplo, redujo la jornada de 45 a 40 horas en un plazo de cinco años, con resultados positivos en productividad y calidad de vida.
COPARMEX sugiere un proceso escalonado acompañado de incentivos fiscales que amortigüen los costos para las empresas y protejan el ingreso de los trabajadores.
El desafío político y social
El gobierno federal ya abrió mesas de diálogo para alcanzar la meta hacia 2030. No obstante, el contexto económico marcado por desaceleración e inseguridad exige flexibilidad y análisis sectorial para evitar un aumento en la informalidad.
La Organización Internacional del Trabajo estima que en América Latina casi 140 millones de personas trabajan en condiciones informales, un dato que refuerza la urgencia de aplicar cualquier reforma laboral con visión técnica y responsabilidad compartida.
