La economía global podría crecer un 5,4% en 2021, tras caer un -2,9% este año, con cifras de crecimientos importantes en Estados Unidos (3,8%, tras un -4,6% en 2020) y en la eurozona (5,2%, tras -8,0%), pero que no ayudarán todavía a recuperar los niveles de PIB alcanzados en 2019, de acuerdo con un estudio de BBVA.
La pandemia ha sido el factor determinante de la evolución de la economía global durante todo lo que llevamos de año, y sin duda lo seguirá siendo en los próximos trimestres.
La recuperación que se ha producido en el tercer trimestre, tras la fuerte caída del segundo, ha sido mejor de lo previsto, aunque no suficiente para recuperar los niveles anteriores a la pandemia.
A partir de agosto hemos empezado a ver señales de ralentización: en Europa, ligadas a la llegada progresiva de la segunda ola, y en Estados Unidos, vinculadas a la estabilización de la primera y el reciente empeoramiento.
El sector servicios se ha visto más afectado que el manufacturero, algo que hemos vivido muy de cerca en España, muy dependiente del turismo, y que, con la segunda ola, estamos observando más claramente a nivel global.
Mirando más a medio plazo, el factor fundamental que marcará el retorno a la normalidad será la distribución generalizada de vacunas que restauren medianamente los patrones de consumo, y que se espera para mediados de 2021.
Importancia de los apoyos gubernamentales a la economía global
Los otros dos supuestos que podemos asumir para el próximo año es que los estímulos económicos continuarán apoyando la actividad mientras sea necesario, y que esto permitirá que las tensiones financieras potenciales ligadas a los vaivenes de la COVID-19 se mantengan bajo control en la economía global.
Dentro de esas medidas, en Estados Unidos destaca el nuevo paquete fiscal, que se espera muy probablemente para después de las elecciones, y en Europa, el Next Generation EU, que supondrá una ayuda masiva para muchos países de la zona, aunque su impacto sobre la actividad solamente a partir de la segunda mitad del año.
Todo ello hace prever que los países avanzados se enfrentarán a unos próximos meses difíciles, pero que volverán a ver la luz en algún momento a partir de principios de año, y con ello arrastrarán a los países emergentes (excepto China, que va, hasta cierto punto, por su cuenta).