En Argentina, una iniciativa liderada por GIRSU Rafaela y una red de empresas comprometidas con el compostaje está redefiniendo la forma en que el sector privado asume su responsabilidad ambiental. Desde octubre, esta alianza estratégica demuestra que cuando la cultura empresarial abraza la economía circular, los resultados se traducen en acción concreta, impacto local y transformación sistémica.
A través del programa de recuperación de residuos orgánicos, empresas como Williner, Limpiolac, Sodecar, la Sociedad Rural y la Fábrica de Cerveza de Rafaela se han sumado a una solución de bajo costo, alto impacto y viabilidad inmediata: el compostaje institucional. La propuesta de GIRSU es simple pero eficaz.
Compostaje empresarial: una cadena virtuosa en movimiento
Consiste en revalorizar residuos orgánicos que antes eran desechados, convirtiéndolos en compost de calidad para el uso urbano o agrícola. Esta práctica, además de disminuir la presión sobre el relleno sanitario, aporta un valor agregado tangible a los procesos de producción y consumo.
La articulación público-privada es uno de los pilares más sólidos de esta iniciativa. No solo permite la coordinación logística y operativa de los residuos, sino que también genera conciencia interna en los equipos y proyecta hacia afuera una narrativa empresarial alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La educación ambiental no es un accesorio; es parte central de la propuesta.
El éxito del modelo implementado en Rafaela reside en su escalabilidad y replicabilidad. Se trata de una sinergia donde cada actor aporta su capacidad: el Estado, su infraestructura y conocimiento técnico; las empresas, su compromiso y operación cotidiana; y la sociedad, su voluntad de cambiar hábitos.
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