En medio del desierto costero de Ica, al sur del Perú, un equipo de arqueólogos halló más que vestigios: descubrió una narrativa de identidad que dialoga con el presente. Durante la construcción del gasoducto sur peruano, más de mil piezas arqueológicas fueron rescatadas, preservando huellas de culturas milenarias que ahora encuentran espacio para ser admiradas en la región que las vio nacer.
Estas piezas, que incluyen textiles, cerámicas, herramientas líticas y restos óseos, provienen de 25 sitios identificados en el tramo de Ica a Arequipa. Su exhibición forma parte del programa de Gestión del Patrimonio Cultural que acompaña los megaproyectos de infraestructura en el país.
La cultura como aliada del desarrollo sostenible
Este esfuerzo, impulsado por el Ministerio de Cultura y el consorcio encargado del gasoducto, evidencia cómo la innovación no está reñida con la memoria, sino que puede potenciarla.
La muestra está abierta al público en el museo regional de Ica y permite apreciar la complejidad de las sociedades prehispánicas de la costa sur peruana, entre ellas, la Paracas, Nasca y Wari. Este tipo de iniciativas consolidan un modelo empresarial que entiende la cultura como activo estratégico, alineado con tendencias globales que exigen responsabilidad social y visión de largo plazo.
La recuperación y difusión del patrimonio no es un gesto simbólico, sino una inversión en cohesión territorial y legitimidad social. Además, abre oportunidades para el turismo cultural, la formación local y la valorización de identidades ancestrales que aún laten bajo la superficie.
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