Las decisiones empresariales del futuro ya se están diseñando hoy en los laboratorios del País Vasco. Allí, un ecosistema innovador ha logrado integrar ciencia, tecnología y sostenibilidad como ejes estratégicos, con resultados que ya impactan en la industria, el empleo y la cultura empresarial de la región.
Un ejemplo es el trabajo del centro tecnológico GAIKER, en Bizkaia, donde investigadores convierten residuos difíciles de reciclar en materias primas listas para reinsertarse en procesos industriales. Su colaboración con empresas locales no solo resuelve retos ambientales, también activa cadenas de valor más circulares. Además, iniciativas como el Basque Research and Technology Alliance (BRTA) refuerzan esta red, fomentando la transferencia de conocimiento desde el laboratorio hacia la planta de producción.
Innovación sostenible y tejido empresarial
En este modelo, la sostenibilidad no es un objetivo aislado, sino una condición inherente al desarrollo económico. Centros como Azti o Tecnalia trabajan con sectores como la energía, la alimentación y la construcción para adaptar sus procesos a modelos más resilientes. Esto significa menor impacto ambiental, pero también mayor competitividad a largo plazo.
Lo interesante es que esta sinergia entre ciencia y empresa no depende solo de las grandes corporaciones. También las pymes vascas han empezado a incorporar tecnología limpia, prácticas de economía circular y metodologías de innovación abierta, gracias al acompañamiento técnico de estos centros de I+D.
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