Decirnos la verdad, aunque duela, es una forma de liderazgo. En México, este cierre de año expone una necesidad urgente: dejar atrás lo que ya no suma. No se trata de renunciar por cansancio, sino de tomar decisiones difíciles con lucidez. En el mundo corporativo, como en la vida, persistir en estructuras agotadas es más riesgoso que el cambio mismo.
Soltar no significa perder. Significa crear espacio. Muchas organizaciones mexicanas que enfrentaron una reconfiguración interna en 2023 encontraron, en la sinceridad, su punto de inflexión. Equipos que se atreverán a decir “esto ya no funciona” lograron redefinir sus estrategias, alinear propósitos y activar procesos de innovación donde antes solo había desgaste.
Soltar como acto estratégico en la cultura empresarial
El soltar, bien gestionado, es un recurso estratégico. Empresas como Cemex, Femsa y startups de alto crecimiento están incorporando prácticas de cierre consciente: desde abandonar líneas de negocio poco rentables hasta simplificar estructuras directivas. No es casual que la rotación de talento calificado también haya aumentado en sectores como tecnología y finanzas. La movilidad no siempre es crisis; a veces es evolución.
Del mismo modo, hablar con transparencia en contextos de liderazgo ya no es opcional. Los datos del estudio “Barómetro de Confianza 2025” de Edelman muestran que 68% de los empleados mexicanos valoran más la honestidad que la estabilidad aparente. El liderazgo emocionalmente honesto no solo retiene talento, sino que construye equipos resilientes.
Cerrar el año sin mentiras es tan empresarial como humano. Una encuesta reciente de Deloitte indica que 51% de los líderes en México están replanteando sus prioridades organizacionales de cara al primer trimestre de 2026. No es una coincidencia: es una señal de madurez.
¿Interesado en el tema? Mira también: El ascenso estratégico del director de riesgos









