Llegar tarde de forma constante al trabajo ya no es solo un mal hábito. En México, la impuntualidad reiterada puede justificar un despido si se demuestra que afecta la operación diaria de una empresa. En tiempos donde la eficiencia se vincula directamente con la competitividad, las organizaciones están recurriendo con mayor frecuencia a medidas legales para garantizar que sus equipos operen en sincronía y bajo principios de responsabilidad.
La Ley Federal del Trabajo contempla el despido justificado sin responsabilidad para el empleador si el trabajador incurre en faltas que comprometan la buena marcha de la organización. La clave, en el caso de la impuntualidad, está en su recurrencia y en la afectación directa a las funciones.
Este criterio refuerza la importancia de documentar las faltas, pues no basta con registrar llegadas tarde ocasionales. La empresa debe probar que estas acciones impidieron, por ejemplo, el cumplimiento de metas, la atención al cliente o el desarrollo adecuado de un proceso clave.
Cultura empresarial y desempeño: la puntualidad también es innovación
Más allá del marco legal, este debate abre una conversación sobre la cultura laboral. En un país donde el 67% de las empresas reportan pérdidas por falta de puntualidad, según cifras de agosto de 2025 del Instituto Mexicano de Mejores Prácticas, desarrollar entornos que valoren el tiempo propio y ajeno es esencial. La puntualidad no es una regla, es un valor organizacional.
Los equipos que respetan los horarios tienden a colaborar mejor, ejecutar con eficiencia y transmitir confianza, dentro y fuera de la empresa. En sectores como el tecnológico o el creativo, la flexibilidad horaria se ha vuelto una norma, pero incluso allí, los acuerdos deben cumplirse con rigor. Del mismo modo que una startup no tolera retrasos en sus entregas, tampoco puede normalizar rutinas de impuntualidad en su equipo.
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