Una campaña ficticia en Navarra acaba de hacer viral una pregunta inquietante: ¿puede una inteligencia artificial dirigir una empresa mejor que una persona? La iniciativa simuló el reemplazo del equipo directivo de la Casa de Cultura de Berriozar por una IA que decidía qué eventos programar. Lo que parecía una provocación tecnológica resultó ser una poderosa reflexión sobre liderazgo, creatividad y decisiones colectivas.
El proyecto tomó forma con mensajes automatizados, bots de atención y hasta un algoritmo que “programaba” la agenda cultural. Tras semanas de incertidumbre, el municipio reveló que todo formaba parte de una estrategia de comunicación para visibilizar la importancia del trabajo humano detrás de la gestión cultural.
Innovación con rostro humano
Lejos de romantizar el pasado, la campaña invitó a pensar en cómo la tecnología puede complementar, pero no sustituir, el valor del pensamiento crítico, la empatía y la toma de decisiones situadas. Porque en tiempos donde las organizaciones enfrentan retos complejos, el criterio humano sigue siendo la brújula que conecta ideas con contextos reales.
En el ámbito empresarial, esta reflexión cobra especial fuerza. La eficiencia algorítmica no reemplaza el entendimiento profundo del entorno social, ni las habilidades de negociación, intuición o liderazgo emocional que sostienen a los equipos. Automatizar tareas no equivale a automatizar decisiones.
La cultura empresarial actual necesita innovación, pero también necesita conversaciones honestas sobre el papel que cada persona juega en la creación de valor. Apostar por el talento, la diversidad y la reflexión crítica es, más que nunca, una decisión estratégica.
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