Cuando un campo tiene más de un cuarto de siglo es momento de renovarlo, y para garantizar el éxito, el cambio debe estar a cargo de un arquitecto de golf.
Grandes maestros en la historia de la arquitectura de golf, como Harry Colt, Abercromby y Alister MacKenzie, escribieron notas fascinantes y revolucionarias en la época dorada del diseño de golf. Algunos de sus diseños han perdurado durante más de un siglo, y es preciso mencionar que sus campos han sido modificados mínimamente a lo largo de los años. Sus creaciones pasan por restauraciones pero no por remodelaciones ni rediseños.
En el mundo comercial, la necesidad de emplear especialistas, en cualquier área que se requiera, es una evidente práctica común. Y en la restauración, la remodelación o el rediseño de un campo, este enfoque no tiene por qué variar, sobre todo debido a que el campo, indiscutiblemente, se constituye como la mayor atracción en cualquier club o comunidad de golf, y ha de ser literalmente “mantenido” –tanto en el sentido de recibir mantenimiento: rastrillar trampas, cortar pasto, airear greens, etcétera, como en su entorno natural y su evolución.
Sin embargo, se tiende a pensar que solucionando la cuestión del mantenimiento y añadiendo un sistema administrativo logramos sustituir por completo la necesidad de contratar a un especialista. En la mayoría de los casos, los comités de golf y los presidentes, al estar al frente durante un tiempo, imposibilitan el objetivo de llevar a cabo una evolución gradual en el campo de golf.
Las mejoras, las más veces, suelen ser desafortunadas, pues carecen de columna vertebral y son inspiradas de manera inconsistente y personal: en ellas se hacen prevalecer los gustos, modas y el orgullo de poder “dejar huella”.
A los 25 años…
La restauración, renovación y el rediseño son esenciales si un campo tiene más de un cuarto de siglo. Para garantizar su éxito, estos trabajos deben ser concebidos, diseñados y operados profesionalmente por un arquitecto de golf.
Las Parotas Club de Golf, hoyo 2.
Vivimos una época en que el avance en la tecnología de pelotas de golf y bastones no parece tener fin, y si añadimos que los jugadores de hoy en día son más atléticos, no necesitamos mucha lógica para saber que los campos están o van a estar muy pronto fuera de carácter. La necesidad o el glamour de tener un campo más largo son evidentes. El sencillamente querer solucionar este requerimiento añadiendo yardas a un campo está muy lejos de ser lo idóneo, y muy probablemente no resuelva las necesidades nacientes. Lo mejor es estudiar objetivamente la propuesta existente, su ruta, el balance entre cada hoyo y cada lado de los 18. Formular una mayor variación de tiros y, en caso de contar con más terreno, lograr un mejor uso de la estrategia. De esta manera se espera crear una verdadera montaña rusa de emociones para el jugador.
Una vez que el diseño en forma global haya sido analizado, el escrutinio de los diferentes componentes del campo de golf es primordial.
La parte fundamental de cualquier alteración es estar consciente del contexto natural; debemos elevar el medio ambiente y crear un hábitat de calidad. Así otorgamos belleza, atracción y valor a nuestro entorno.
Después de analizar el funcionamiento total del drenaje y la irrigación, la presentación final y el toque maestro en las curvas y las formas del manejo en corte de fairways juega un gran rol en el éxito visual de una restauración, remodelación o rediseño.
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Página web: Pizá Golf Design
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