Los grandes negocios suelen comenzar con una chispa de inconformidad y una idea clara para resolverla. En Estados Unidos, dos amigas con formación en marketing y fitness decidieron atender una necesidad que conocían de cerca: un tapete de ejercicio que realmente se adaptara a la intensidad de los entrenamientos. Así nació Stakt, un emprendimiento que en pocos años alcanzó ventas superiores a 10 millones de dólares.
La propuesta no surgió en un laboratorio de tendencias sino en la práctica diaria. Las fundadoras, Amy Kiefer y Jamie Wolf, descubrieron que los tapetes tradicionales se quedaban cortos en estabilidad y versatilidad.
Crearon entonces un diseño plegable, más resistente y adaptable a distintos usos, que pronto ganó terreno en comunidades deportivas y gimnasios. El crecimiento se consolidó con una aparición estratégica en Shark Tank, donde obtuvieron visibilidad y capital para escalar.
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La innovación de Stakt muestra que cuando la solución proviene de la experiencia real, logra conectar de inmediato con quienes enfrentan el mismo problema. En consecuencia, el producto dejó de ser solo un accesorio para convertirse en parte de la rutina de miles de usuarios.
Emprendimiento con visión de comunidad
El valor de Stakt no se limitó al diseño físico. La marca construyó una comunidad alrededor del bienestar y el ejercicio accesible, integrando entrenadores y usuarios en plataformas digitales.
Por otro lado, el modelo de negocio se fortaleció con la expansión en canales de distribución y una narrativa cercana que generó lealtad entre sus clientes. Stakt facturó más de 10 millones de dólares hasta agosto de 2025 y sigue ampliando su alcance en un mercado global valuado en más de 16 mil millones de dólares en equipos de ejercicio portátiles.









